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Que callen boca

Que callen boca

Por: Alejandro León Meléndez

A propósito de la moda cultosa se nos da, a los burócratas del estado —porque sólo por mi estado hablo, donde vivo, trabajo y me fijo—, realizar los mejores festivales. Diría Cervantes que nosotros facemos los entuertos. Y a ver quién los deshace.

La semana pasada se llevó a cabo con gran pompa y regocijo una edición más de FestinArte (la versión de los festivales culturales para niños), en el Estado de México. Antes de leer las evaluaciones oficiales, sabemos cuál es el resultado de este ejercicio creativo: un éxito. Un rotundo logro para la actual administración estatal. Una paloma más para nuestro querido IMC.

¿Cómo se sabe? Bastaba pasearse un día de esos por el Centro Cultural Mexiquense y ver la cantidad de niños formados en el aeropuerto que después los llevaría a visitar cualquiera de los cinco continentes. Es más, no era necesario ir (los desniñados nos quedamos de pronto, sin excusa plausible). Sólo debíamos escuchar las voces de los muchos y muchos y muchos que sí fueron. Lo contento que salían los peques y el cansancio de talleristas, los actores, los guías. Eso, así puesto, da mucho gusto. Que callen boca los intelectuales, los artistas, artesanos, y retrógrados que no hacen sino criticar al sistema de promoción cultural oficial.

Es afortunado que en el estado, entonces, tengamos más de un festival con el mismo éxito, o mayor. Pensemos en las miles de personas que van al de las Almas, a Quimera, A los que se organizan en Atizapán, en Ecatepec, en Tenango y en todos los rincones de nuestro estado. Todos los festivales son siempre un éxito rotundo. Somos, y de eso no albergo dudas, grandes organizadores de festivales.

Por eso en el estado hay tantos y tantos lectores. Por esa misma razón hay tantos asistentes a las salas de teatro. Y se ha exigido, por parte de los mexiquenses, la creación de una exitosísima compañía de ópera. Por eso las salas de cine alternativo están siempre repletas. Por eso, todos nuestros artistas, artesanos e intelectuales trabajan —cobrando como debe ser— todo el tiempo y no sólo en un periodo de dos semanas festivaleras. Por eso las librerías son negocios rentables e incluso se han edificado teatros y museos desde la iniciativa social.

¿Qué eso no es cierto? ¿Entonces tantos y tantos espectadores en los festivales culturales no regresan jamás, y pagan, un espectáculo escénico, un libro o la entrada a un museo? No puedo creerlo.

A lo mejor algún día comprenderemos que la promoción de lo cultural no es cuestión de miles. A lo mejor, algún día comprenderemos que el arte jamás afecta a los cientos de personas que se sientan a ver la zarzuela. El arte y la cultura conquistan individuos. Y no más.

Sin embargo, vaya un voto para qué todos esos niños que salieron felices de FestinArte se vuelvan consumidores conscientes de los productos del arte.

1 comentario

Alejandro León Meléndez -

Chido mi amigo Ernesto. Este comentario lo puedes borrar tan pronto como te des cuenta de que existe. Lo único que no me queda claro es por qué esta columna va insertada en el tema: David Coronado. Es más, me pregunto por qué habría de ser un tema David Coronado.
Lo de los festivales culturales, pues, opino lo mismo que el autor de esta columna.